En febrero, los eurodiputados viajaron a Estrasburgo para participar en una de las votaciones más importantes de la sesión parlamentaria: la ratificación del antidemocrático tratado de comercio con Canadá, el CETA. Pero al llegar se encontraron con una sorpresa: ¡nosotros! Allí estuvimos, junto con otros cientos de europeos, para trasladarles nuestro mensaje y pedir a los eurodiputados que antepusiesen nuestros intereses a los de las multinacionales votando no al CETA.
Por desgracia, la mayoría de eurodiputados decidieron ponerse del lado de las multinacionales, y el Parlamento Europeo ratificó CETA. Esto significa que, hasta la fecha, nuestros esfuerzos para acabar con el CETA han fracasado. Pero todavía existen oportunidades de detenerlo, así que no tiraremos la toalla.
El CETA debe ser aprobado por cada uno de los países de la UE y por muchos de sus parlamentos regionales. En otras palabras: si uno solo lo tumba, el CETA estará muerto. En este momento estamos planeando nuestros próximos pasos contra el CETA. ¡La lucha continúa!